lunes, 6 de junio de 2011

La Playa...


Volví media accidentada de mi viaje a la playa, tengo un oído tapado con agua de mar, estoy llena de picaduras de zancudos, moreteada y rasmillada debido a una caída, el colchón de la cama era tan malo que tengo mi paleta y hombro derecho tomados, pero me sirvió para aprender algunas cosas sobre mi persona, aprendí que tengo la capacidad en casos extremos de dominar mi mente, ser fría, calmarme y actuar sabiamente, me sirvió para darme cuenta de que puedo mirar mi relación con este hombre y ser honesta y estar alerta, me atrae, pero ya estoy vieja para dejar de obviar las señales que los actos muestran, que los patrones revelan, mi corazón ya esta lo suficientemente dañado como para más, cada uno es responsable ante quien y que se expone, ahora ya no estoy tan permisiva, soy más selectiva, no quiero seguir exponiéndome en vano, ahora sí estoy alerta a las señales.
Tuve una pelea con él y a pesar de la pena que me provocaba, proteger mi persona en el aspecto emocional, moral, psicológico, físico y anímico es mi responsabilidad no puedo darme el lujo de dañarme más y ahí fue cuando  entendí que a pesar de la pena de no tenerlo a mi lado más fuerte era mi deseo de hacerlo entender que si no me merece me pierde y sí, puedo seguir adelante  sin él sabiendo que la vida puede ofrecerme cuando menos lo espere la oportunidad de volver a querer. Creo que por primera vez no me dio miedo perder a la persona conquistada; por primera vez entendí que estoy dispuesta a dejar que la vida me enseñe y me sorprenda porque hasta ahora es lo que mejor me ha funcionado, abrirme a la vida, dejarla entrar y confiar en ella, por que pucha que he aprendido en este viaje y creo que este fue un  examen  que el universo me envió.

Al final todo fue un mal entendido, pero ya no tengo mi cabecita llena de mariposas, ahora me siento  atraída hacia él... pero siempre alerta.

Me hice amiga de la Señora Carmen, una mujer mayor que tiene un local de comida en la playa, ella me consoló cuando tuve penita por haber peleado con él, fue la que nos empujo a reconciliarnos, la que cuando yo quiera me aloja en su casa para que pueda ir a la playa. Varios lugareños ya me reconocen e invitan a su casa a compartir una comida, conversación y café, juego y converso con sus hijos siento que puedo volver cuando quiera y sentirme en casa.

Converse con unas adolescentes que me invitaron a comer de su mango mientras tomaban un descanso de la pega, en ese momento logre que una de ellas me abriera su corazón y  me hablará de sus penas y anhelos me sorprendió mucho la sabiduría con que se manifestaba una niña que nunca pudo ir al colegio y que pesar de los malos tratos de su madre esta decidida a ser buena hija para darse el lujo de saber que nadie pueda decir lo contrario por que ella sí entiende la diferencia entre lo bueno y lo malo, ella entiende que su integridad física, mental y emocional son el pilar de su vida. No siempre uno se topa con una persona que de la injusticia saca su fortaleza en vez del sentimiento de rencor.

Aprendí mucho en este viaje a la playa…

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